Hasta cuando vas a abusar de nuestra paciencia, Sánchez?

Como bien sabe el lector una frase similar fue pronunciada hace más de 2000 años por Cicerón en el Senado para reprocharle a Catilina sus intentos de acabar con la república.

Sánchez lleva al frente del gobierno dos años con presupuestos prorrogados, lo que significa, sin presupuestos y al parecer no se le colorean las mejillas por enfrentarse a un tercero. Ninguna empresa, asociación termina el año sin realizar un balance de sus resultados y una proyección para el siguiente periodo. Obviar este trámite por engorroso o rutinario que parezca es impensable y resulta lo mínimo que se exige a todo aquel que administra el dinero ajeno. 

Lo que, por añadidura, ya resulta todavía más sorprendente, es que la oposición lo acepte con una resignación infinita. 

Un gobierno sin presupuestos, lo dijo el propio Sánchez, es como un automóvil sin gasolina. No sirve para su objetivo que es gobernar. 

Así pues lo que resulta evidente es que a Sánchez le importa un pimiento gobernar y lo que desea es permanecer en la Moncloa y controlar desde ella a la sociedad. No tiene otro proyecto. Todo lo que dice y actúa es simple espectáculo, tramoya, cálculo para arañar un día más en el poder y votos en las encuestas, cara a las próximas elecciones que serán en el 27. 

Y la pregunta que se debería formular es: ¿En verdad se convocarán elecciones generales en el 27? Porque si lo que en cualquier democracia occidental habría causado la dimisión fulminante de su primer ministro, 

aquí no le ocasiona ni un pequeño rasguño,  ni en su popularidad ni en sus apoyos parlamentarios, la conclusión es meridiana: la sociedad civil española y la oposición tienen un grave problema. Si Sánchez es capaz de incumplir reiteradamente el mandato constitucional “mutatis mutandis” ¿que le impulsará a respetar el de convocar elecciones en el 27?

Como ya se ha comentado existen múltiples razones objetivas para que Sánchez hubiera presentado su dimisión hace ya muchos meses, sus constantes “rectificaciones o cambios de opinión”. Su afirmación rotunda de que la amnistía sería inconstitucional días antes de las elecciones y su súbita transformación al día siguiente, al comprobar que necesitaba los votos de Junts. Y no quiero hablar de su comité de sabios durante la pandemia, que nadie supo nunca quienes lo formaban, o las irregularidades en la adquisición de material, o la inconstitucionalidad de los decretos emitidos. En cualquier otra nación occidental habrían sido motivo suficiente para su dimisión. No debemos olvidar el misterioso caso Delcy, del que Koldo no quiere hablar ni muerto, o el  caso fiscal general del estado, caso Begoña, el caso de su hermano, su comportamiento durante la Dana. La retahila es tan grande que resulta aburrido mencionarlos.

Ante tal número de comportamientos irregulares, no los voy a etiquetar de delictivos puesto que no están juzgados, resulta sorprendente el comportamiento ovejuno y lanar del partido socialista y sus diputados.  No olvide el lector, que en el Reino Unido, Boris Johnson perdió la confianza de su propio partido. 

España, es otra historia, los diputados del PSOE, como si carecieran de criterio y conciencia, siguen las consignas de su líder, aunque se despeñen por el precipicio de la ignominia y la estupidez.  “Primun vivere, deinde philosophari” o lo que es lo mismo, con las cosas de comer no se juega que fuera del partido hace mucho frío. 

Por ello resulta triste comprobar como el PP con la que está cayendo, no despega en las encuestas. Y no despega porque su único proyecto es tirar a Sánchez. Y después... ¿qué? 

El PP, en el pasado, participó de todos los pecados que hoy atribuye al PSOE, y lo que es peor, hoy, con los errores de sus gobernantes en las comunidades, llámese Mazón, llámese Juanma Moreno y el asunto del cribado de cáncer de mama, mantiene un actitud torpe y pusilánime.  No existe un proyecto de recuperar la sociedad civil, de acotar el poder del Estado, de limitar sus actuaciones, llámese Indra, Telefónica, RTVE,  de proteger la propiedad privada, de recuperar la autonomía de los jueces, el ejercicio libre de profesiones y gremios, de bajar impuestos, de recortar subvenciones, pagas y “ayuditas”. ¿Alguien ha escuchado al PP hablar de estas tonterías?

El resultado final es que los españoles seguimos soportando al peor mandatario que ha tenido este país en los últimos 25 años y la llave sigue en sus manos. 

¿Quousque tandem abutere patientia nostra, Sánchez?

 

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