El último que apague la luz

Hace dos años comencé un proyecto literario sobre el Desastre del 98. Pronto comprendí que la guerra Hispanoamericana en realidad fue el último eslabón de una guerra colonial. Pero esa guerra tenía un connotaciones emocionales tremendas por una parte y por otra. Como todas las guerras fratricidas. Los cubanos reconocían sus orígenes y amaban a España. Pero querían librarse de un proyecto viejuno, agotado y empezar su propio proyecto como Nación soberana. La clase política, pero también la sociedad española, nunca lo entendió. Para ellos España era el mundo de ayer, una nación atrasada, pobre, sin proyecto de futuro, sumida en una crisis de identidad. Miraban hacia el oeste y veían una Nación próspera, emprendedora, con un liderazgo fuerte y una entidad sólida. 

A medida que leía más autores cubanos y me adentraba en las entrañas de la historia, Cuba me atrapó. Su destino es grandioso pero triste, como los protagonistas de las tragedias griegas, que observan como el universo se conjura contra ellos. 

No consiguió vencer a España pero la expulsó. Estados Unidos no habría conseguido la isla sin la colaboración de los cubanos. Pero estos quedaron en la sombra y opacados por la bandera de las barras y las estrellas.

Después vinieron días amargos. El país prosperaba pero fueron conscientes que ahora eran los estadounidenses quienes administraban el territorio. Una potencia con idioma distinto y una cultura distinta.

En 1902 consiguió su independencia formal pero Norteamérica llevaba el mando a distancia y controlaba el rumbo. Las relaciones comerciales eran tan intensas que Cuba dependía de Estados Unidos. Se había convertido en una colonia. Formalmente era una República Independiente pero en la práctica su margen de maniobra escaso. Los dirigentes se comportaban como autócratas al servicio de la metrópoli.

Todo ello hizo que poco a poco fuera surgiendo un sentimiento antiamericano y anticapitalista como los males que una vez erradicados permitirían que Cuba prosperase y se llevara a cabo ¡por fin! ¡la revolución! 

Batista, se había establecido en el poder, como un dictador, con el beneplácito y la bendición de Estados Unidos. 

Derrotar al autócrata era la prioridad de los rebeldes. Ni Fidel Castro, ni Camilo Cienfuegos eran comunistas. Fidel lo negó en múltiples ocasiones tanto en la prensa cubana como en Estados Unidos y Camilo era un declarado anticomunista. 

En Octubre del 59 los rebeldes se hacen con el poder y se instalan en La Habana. Cuba entera fue un clamor ¡Paredón! Era la expresión de la rabia sumergida y contenida de años de dictadura y corruptelas. Acabar con los capitalistas, con los ricos, con las multinacionales, con las gigantes empresas norteamericanas sería la solución y traería prosperidad. Se abría un nuevo tiempo de esperanza revolucionaria. 

No voy a entrar en mas detalles sobre la historia que muchos ya conocen. En Cuba ya nunca más hubo elecciones libres y terminó en la esfera de influencia de la Unión soviética. Una vez más Cuba cambiaba de patrón. Pero si Norteamérica para algunos resultaba alejada y distante la URSS resultaba impenetrable. 

A lo largo de estos 65 años la economía cubana sufrió múltiples oscilaciones. Era la consecuencia no solo  del bloqueo sino de la diferente atención que le prestaba su nuevo patrón: URSS hasta el 89 y después la Federación Rusa. 

El número de personas que se sentían incómodas en su propio país no dejaba de crecer. Primero fueron los profesionales, abogados, médicos, empresarios. Después su número se extendió a otros estamentos de la sociedad, pequeños comerciantes, agricultores. Hoy en Cuba ya no se pregunta quién se ha ido, sino ¿quién queda?

Cuba es hoy una tierra baldía, un país sin industria ni capacidad de producir nada. 

La visión de las fotos de Cuba de 1960 si se las compara con el paisaje de 2025 resulta desolador.

Como español siento una enorme tristeza al contemplar las calles llenas de basura, fachadas en demolición, casas arruinada, muros desconchados, hombres y mujeres famélicos. 

Y me pregunto: ¿Podemos hacer algo? Cuba yo te llevo en mi corazón y siento una pena infinita y una enorme tristeza como aquel que ve a una hermosa mujer arruinada por la decadencia del paso de los años.  

Todos los días miles de cubanos abandonan la isla. El último que apague la luz.


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